En el post anterior (Los seguros y la lotería: el Ying y el Yang de las finanzas) vimos que la magia de los seguros está en que, al contrario que la lotería, mutualizan los riesgos aportando bienestar social.
Siempre me ha gustado decir que la vida es simple. Se trata de trabajar duro para salir adelante, para los imprevistos ya están los seguros. Entre los seguros más interesantes está el de vida riesgo, sobre todo cuando eres joven y tienes hijos pequeños. Al contratarlo hay que tener en cuenta:
- Tipo de cobertura. Debe ser decreciente con la edad. Cuando somos jóvenes es barato, y esto es bueno ya que es cuando no tenemos tanto poder adquisitivo, pero tiene que cubrir mucho porque es cuando de verdad hace falta. Si tenemos niños pequeños y no tenemos seguro vida riesgo, la falta del padre o madre puede suponer una tragedia, no solo emocional, sino también económica. A partir de los 50, aproximadamente, el producto tiene menos importancia ya que los hijos suelen tener una edad en la que se pueden valer por si mismos.
- Las comisiones/gastos. Tienen que ser las menores posibles sin perder cobertura. Por ello, debemos comparar precios entre compañías.
- Seguro de invalidez. Deben incluirlo, no contratar aquellos seguros que no lo incorporen para abaratar el precio de la cobertura.
- A que va vinculado. En España es muy habitual contratarlo vinculado a la hipoteca. Sin embargo, suele tener peores condiciones en cuanto a comisiones y gastos que el contratado en venta libre. Además, a mí, conceptualmente, me parece más importante vincularlo a la nómina, como protección de los ingresos, que vincularlo a la vivienda.
Con el paso de los años debemos ir sustituyendo las aportaciones al seguro de vida riesgo por aportaciones a algún producto de ahorro a largo plazo. Los seguros de vida ahorro pueden ser una buena alternativa, especialmente los que logran invertir en activos de alta rentabilidad esperada a largo plazo como los bonos de larga duración y la renta variable, pero con suelos de pérdidas del 10/20/30%.
Cuando nos hacemos muy mayores, el riesgo pasa a ser “vivir demasiado”. Para ello están los seguros de rentas vitalicias. Imaginemos un matrimonio en el que ambos se jubilan con 65 años. En ese momento podrían vender su vivienda habitual con una exención fiscal sobre las plusvalías, ir a vivir a una casa de alquiler más pequeña e invertir parte del dinero obtenido en una renta vitalicia pura (con consumo de principal), con exenciones fiscales sobre la rentabilidad y con reversión al viudo/a. Es decir, se garantizan una renta con ventajas fiscales para toda la vida de ambas personas del matrimonio. ¡Llegar a los 110 años deja de ser un problema! Normalmente, lo mejor es contratar una renta con 65 e incrementarla con 70, 75 y 80. Así, se logra actualizarla con la inflación y no perder poder adquisitivo. Además, también se maximiza la ventaja fiscal que aumenta al contratar el seguro con mayor edad.
Al hacernos mayores la atención sanitaria pasa a ser más y más relevante. Lo importante, como siempre pasa con los seguros, es tomar las decisiones de contratación antes de que ocurran los problemas. Lo normal en España es ponerse en manos de la Seguridad Social. Con sus ventajas e inconvenientes. Los seguros de salud privados en España tienen dos problemas. Primero, son anuales renovables, no vitalicios como en otros países. Esto significa que cuando nos hacemos mayores de verdad con 70, 80 , 90 años, la prima subirá mucho de precio y no la podremos pagar. Lo malo, es que es a esas edades es cuando más nos hacen falta los seguros de salud. El segundo problema es que suelen tener unos límites muy bajos para los problemas de salud graves. Es decir, cuando nos hacen realmente falta, no nos sirven.
En este sentido, el seguro de hospitalización para enfermedades graves siempre me ha gustado como protección patrimonial. Cuando hemos logrado acumular un pequeño patrimonio a lo largo de nuestra vida (con nuestra vivienda, unos ahorros, un plan de pensiones, una segunda vivienda,…), éste se pone en riesgo ante una enfermedad grave de un miembro querido de la familia. Se comienza a dudar de que la Seguridad Social sea la mejor opción y empiezan a surgir comentarios sobre mejores alternativas en países extranjeros: Houston, Seattle, Paris… Se crea un problema psicológico difícil de resolver. Es cuando aparece la frase de que el dinero está para cuando hace falta. El resultado final suele ser que los problemas de salud se llevan el pequeño patrimonio familiar acumulado con tanto esfuerzo. La solución debería estar en este seguro de enfermedades graves o en la decisión vital, acordada familiarmente, de que pase lo que pase nos vamos a poner en manos de la Seguridad Social.
Lo más interesante de los seguros, que hemos comentado anteriormente, es que el coste suele ser barato, porque las probabilidades de que ocurran los siniestros son bajas. Sin embargo, tal y como hemos explicado, el valor aportado es muy grande porque se activan en caso de que ocurra la desgracia, al contrario que la lotería y el juego.
Y vosotros ¿qué seguros tenéis contratados?