Durante la feria para start-ups 4YFN a la que asistimos la semana pasada, expusimos en una de las mesas redondas en las que participamos, nuestro punto de vista sobre los cambios a realizar en la industria de fondos de inversión en España. ¡Tuvimos un poco la sensación de ser unos soñadores quijotes financieros tratando de ayudar caballerosamente a pequeños inversores! A continuación os lo explicamos para que nos deis vuestra opinión de primera mano a través del blog.
A principios de este siglo, siendo Rodrigo Rato Ministro de Economía, se modificó la fiscalidad de los fondos de inversión para facilitar los traspasos, eximiéndolos de cualquier tipo de comisión. Es decir, cuando un inversor decide traspasar su inversión de un fondo a otro, no tiene que pagar ningún tipo de impuesto sobre la plusvalía. Esta característica tan particular y única del sistema de fondos de inversión español pretendía aumentar la competencia en el sector y facilitar los procesos de rebalanceamiento entre los distintos tipos de activos de los clientes. Desgraciadamente, en nuestra opinión, los resultados obtenidos han sido prácticamente los contrarios y además han ocasionado unos graves efectos colaterales.
El primer efecto colateral de esta medida la sufren directamente los pequeños inversores. El sistema creado, al ofrecer traspasos gratuitos, operativa y fiscalmente, ha provocado en los clientes una invitación a salir y entrar de los mercados de forma muy activa. Para los inversores minoristas dichas actividades suponen un gran riesgo ya que, como se ha demostrado repetidas veces, tienden a vender barato y comprar caro. Una fiscalidad de traspasos más en línea con el resto del mundo invitaría a los clientes a invertir con más visión de largo plazo reduciendo el número de transacciones. Además, las instituciones financieras no cobran por los traspasos, pero esto no quiere decir que las operaciones no tengan un coste para las mismas. Los traspasos suben los costes de operativa de las instituciones, que pasan la factura a los inversores mediante otro tipo de comisiones. Al final, tanto los inversores que hacen muchos traspasos como los que no, están pagando por la operativa extra.
El segundo efecto colateral de esta medida beneficia a los inversores con más capital y más medios. Invertir no debe ser una herramienta para pagar menos impuestos. Para vivir en el estado de bienestar, todos debemos contribuir y este cambio de fiscalidad hace que los clientes de Banca Privada, sobre todo, paguen menos impuestos. Esto lo consiguen de varias maneras.
En primer lugar, los clientes de Banca Privada tienen un mayor número de fondos con los que ¨jugar¨ a traspasar capital, y además los gestores de este segmento disponen de sofisticados sistemas de simulación para minimizar la fiscalidad de sus clientes. Si el cliente necesita reembolsar para afrontar un pago, su gestor siempre va a intentar que lo haga de una manera que no tenga que pagar impuestos. Las gestoras y distribuidores, al jugar artificialmente con los traspasos para rejuvenecer las participaciones antiguas con mayores plusvalías, logran que los clientes paguen menos impuestos al realizar reembolsos.
En segundo lugar, en España se ha creado un auténtico paraíso fiscal de los fondos de inversión. Jugando con los traspasos y beneficiándose de la llamada plusvalía del muerto, el inversor español en fondos de inversión puede llegar a traspasar todos sus fondos a sus herederos con exención total de impuestos sobre plusvalías. Es decir, especialmente para los grandes patrimonios gestionados con eficiencia fiscal, los fondos de inversión son un instrumento que permite terminar no pagando impuestos nunca. Un auténtico paraíso fiscal sin tener que irse a Panamá.
Sin embargo, la incoherencia está en que Hacienda impuso hace unos años unas tasas fiscales crecientes en función de la cuantía de la plusvalía total anual. Esto no tiene sentido, ya que se recauda menos cuando parece que interesa recaudar más, y además, como ya mencioné, pone en desventaja al inversor pequeño. Asimismo, se malgastan recursos humanos y tecnológicos para simplemente reducir el pago de impuestos, en lugar de dedicarlos a mejorar el servicio y la atención al cliente.
Además de los problemas ya mencionados, el procedimiento tiene defectos operativos graves. Cuando los clientes efectúan reembolsos definitivos, ni los bancos ni las gestoras son capaces de explicar cómo se calculan en detalle los impuestos sobre plusvalías que deben pagar. El dato que se archiva cada vez que hay un traspaso es el de “la mochila” fiscal de cada participación del fondo. Por ello, el banco nos informa de los impuestos a pagar cuando hacemos un reembolso. Sin embargo, no se archiva el historial de cuál fue el traspaso que generó cada plusvalía. Es decir, el banco no puede darnos el detalle de cada sumando de la factura fiscal. Evidentemente, esto es una bomba de relojería que estallará en cualquier momento y generará un número infinito de reclamaciones. Supongo que este es el motivo fundamental por el que esta medida solo existe en España, que sepamos nosotros.
Por último, este cambio ha creado barreras fiscales a la competencia europea y ha aumentado los costes operativos. Por ejemplo, a principios de siglo, Vanguard, la gestora estadounidense de fondos indexados, desembarcó en Europa registrando sus fondos en Irlanda. Con una estrategia paneuropea y con unas bajísimas comisiones de gestión Vanguard se encontró que sus fondos no tenían ventajas fiscales en España al no estar registrados en nuestro país. Posiblemente esta fue la razón de que los dejara de distribuir en España en 2009. Finalmente, en 2015 Vanguard ha decidido registrar sus fondos en España, posiblemente para beneficiarse de esta ventaja fiscal.
Desde OpSeeker pensamos que los fondos de inversión son un instrumento muy importante para mejorar la salud financiera de los inversores españoles. Por ello creemos que es necesario seguir avanzando en la correcta regulación que permita una mayor globalización y eficiencia. Pero esta modificación de la fiscalidad de los fondos de inversión ha aumentado todavía más las distancias entre los inversores con grandes patrimonios y aquellos menos sofisticados y con menores fortunas.